03 mayo 2015

ME ENCANTA MALCRIAR A MI NIÑA


“La vas a malcriar”. “Va a ser engreída”. “Se va a acostumbrar a los brazos”. “No te dejará hacer nada”. ”Te está manipulando”. Me siento afortunada de haber escuchado estas frases. Para mi quiere decir que estoy haciendo algo bien como madre.
Desde que mi hija llegó a este mundo la veo como un pequeño GRAN ser humano. Desde su nacimiento la he tratado como tal.
Cuando nació la sembré en mis brazos, la abrace con el corazón y prometí amarla.
Y empecé a seguir su ritmo. Y a malcriarla.
La malcrié cuando permití que mis brazos se convirtieran en su cuna. De día, de tarde y de noche, la cuna intacta.
La malcrié un poco más cuando se adhirió a uno de mis senos, succionó su alimento y me comprometí a alimentarla.
Durante las primeras noches juntas, mi niña dormía muy bien. Se despertaba cada hora y media, como toda una Bebé. La malcrié con orgullo, levantándome para alimentarla y arrullarla, mi tiempo a su merced.
La malcrié cuando me olvidé de rutinas, recomendaciones y hábitos de sueño. En más de una ocasión conocimos la risa y las cosquillas, las palabras y la luz prohibida….todo eso mientras mi niña no dormía, a las 2, 3, ,5 de la mañana. ¡Sus necesidades antes que nada!
La malcrío cuando en plenos berrinches comprendo que son una forma de expresión y la envuelvo en un abrazo.
La malcrío cuando desapruebo de las nalgadas y otros maltratos para ofrecerle la disciplina que se merece, disciplina con respeto y amor.
Desconfié de las carriolas, la preferí siempre cerca de mi corazón. Desde que nació, mi niña se mece en nuestro rebozo de cabecera. La malcrío cada vez que la llevo cargadita, dos corazones sincronizados.
La malcrío cuando no castigo las travesuras que hace y entiendo que los límites no tienen por qué ser impedimentos para la libertad y curiosidad.
La malcrío cada vez que comparto la cama con ella durante una linda tradición llamada colecho.
La malcrío en cada abrazo que atiendo, cada lagrima que seco; cada vez que le doy lo que pide y necesita, nada material, solo cosas que el amor de madre puede dar y una hija puede pedir.
Mi niña con una sonrisa es capaz de decirme que estoy haciendo un buen trabajo como madre. ¿Para que necesito la aprobación de los demás? Yo apuesto por el futuro, que los que estén en él vean una mujer segura, respetuosa, amorosa e independiente.
Algún día podré decir, “No me manipuló, me enseñó a ser su madre. Se acostumbró a los brazos, sabrá que siempre que yo esté viva, estarán aquí para consolarla y abrazarla. Al permitirme ser su madre, mi hija me dejo hacer todo. Y no la malcrié, solo amé y respeté.”
Por ahora solo digo, su luz y mi instinto, siempre tenaces ante el qué dirán. Y si todo eso es malcriar, me encanta malcriar a mi hija.

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